3.5/5

Chile, 2016, 82 min.
Título original: Nunca vas a estar solo.
Dirección: Álex Anwandter.
Guion: Álex Anwandter.
Elenco: Andrew Bargsted, Sergio Hernández, Jaime Leiva, Gabriela Hernández, Astrid Roldán, Benjamín Westfall, Antonia Zegers, Edgardo Bruna.

El 2 de marzo de 2012, Daniel Zamudio, un joven chileno de 24 años fue golpeado brutalmente en la calle por un grupo de neonazis, hasta darle muerte semanas después, sólo por el hecho de tener una orientación sexual distinta a la de ellos. El caso se convirtió en un emblema contra la violencia y la homofobia en el país, al punto de conseguir crear una ley antidiscriminación constitucional que castigue de manera especial a los delitos de esta índole.

‘Nunca vas a estar solo’ es el primer largometraje del músico y realizador audiovisual chileno Álex Anwandter, con experiencia en más de una decena de videoclips para bandas como Teleradio Donoso y Javiera Mena, entre otros. La cinta, inspirada en el Caso Zamudio, cuenta la historia de Juan (Sergio Hernández), un trabajador ya mayor que vive solo junto a su hijo Pablo (Andrew Bargsted). Él es gay, y Juan lo desconoce, o prefiere no querer aceptarlo. Sin embargo, cuando Pablo es atacado por tres vecinos conocidos y su vida corre peligro en la sala de un hospital, Juan comienza a entender algo que nunca se imaginó tener que vivir.

El debut de la cinta no puedo ser mejor: un Premio Teddy en el Festival de Cine de Berlín la avalan como una de las películas del año en el orbe de temática LGBT y no es casualidad. El tratamiento que Anwandter nos propone sobre el tema se aleja de cualquier caricatura y apela a la descripción gráfica, a la realidad de miles de jóvenes que, entrados en su adolescencia, viven al ritmo más allá de su sexualidad: tienen amigos, van a fiestas, tienen sexo y luchan a diario con alguna relación paternal que no es de las mejores. Pero Pablo es gay, y eso, en una sociedad como la nuestra, siempre le ha importado mucho más al resto que a él mismo, y el director se encarga de contárnoslo sin ningún tipo de filtro en pantalla.

La cámara de Anwandter es sugestiva y nos inmersa en los ojos de Pablo; en la palabra sincera de Mari (Astrid Roldán), su mejor amiga; en el odio de Martín (Benjamín Westfall), un vecino intolerante; en el corazón de Juan, su padre. Durante la primera mitad somos capaces de forjar una relación con Pablo desde su experiencia de vida y a creer en su inocencia, en sus ganas de querer ser un gran artista y bailarín, en la posibilidad que el universo sepa aceptarlo y, con ello, su padre, a quien sólo le importa su trabajo. En la segunda mitad, dejamos de ser Pablo y todos somos Juan, a quien perdonamos por sus incapacidades, arrastrados por la compasión que nos provoca verlo en un túnel sin salida, con su hijo al borde de la muerte, conviviendo como espectadores de su incipiente angustia y desesperación.

La misma sociedad que se encarga de extinguir minuto a minuto la vida de Pablo y, con ella, la de Juan, es la que aparece en su camino, los secundarios, como faros que se encienden y otros que se apagan, y que van haciéndole comprender todas sus carencias, desapegos y cariños jamás entregados a su hijo -por miedo a la verdad-, lo único que le queda en la vida. Es Lucy (Gabriela Hernández), su vecina, el retrato de una humanidad retrógrada que, desde la ignorancia aunque con sensibilidad y empatía, castiga; es Ana (Antonia Zegers), una doctora con la frialdad de quien convive con la muerte, quien lo aterriza; es Bruno (Edgardo Bruna), su socio, el que al igual que los números, le demuestra que nada dura cien años y que la estabilidad no existe en el bolsillo sino antes en el corazón; es el sistema bancario y médico de un país que tampoco se esmeran por ayudarlo. Luces para Juan de todo el derrotero mal recorrido. Mención especial para Félix (Jaime Leiva), amigo y pareja sexual de Pablo, que no es más que el grito en silencio de una juventud sin ningún tipo de culpa pero aterrada por aceptar su homosexualidad.

Nunca vas a estar solo’ se hace indispensable en un momento histórico donde las minorías cada vez son más grandes y donde las nuevas generaciones, de cerebros lustrados y sin contaminación, grano a grano, están consiguiendo que el mundo vea al de al lado con otro cristal, sin embargo, la cinta no nos alecciona ni se encarga de dejar un mensaje, lo que redunda en una historia sin muchos matices, contada con la crudeza de algunas imágenes pero sin la profundidad en el tema, más allá de lo que los personajes muy bien conseguidos nos pueden entregar. Es una mirada a través de una ventana de una realidad que nunca queremos ver. Excelentemente interpretada por un promisorio Andrew Bargsted (‘Locas Perdidas’, ‘Mala Junta’) y un Sergio Hernández (‘La Sagrada Familia’, ‘Gloria’) en uno de sus mejores papeles de su carrera; muy bien musicalizada y fotografiada; Álex Anwandter comienza su camino en el cine con el pie derecho, con una historia aunque perfectible, muy necesaria.

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