EE.UU., 2022, 158 min.
Título original: TÁR.
Dirección: Todd Field.
Guion: Todd Field.
Elenco: Cate Blanchett, Nina Hoss, Noémie Merlant, Mark Strong, Sam Douglas, Sydney Lemmon, Murali Perumal, Diana Birenyte, Vivian Full, Amanda Blake.

Dieciséis años tardó Todd Field en presentar su tercer largometraje como director tras Little Children’ (2006). Estrenada en el Festival de Venecia en septiembre pasado, su nueva película, que también guioniza, concreta su increíble talento a través de su obsesión por la pulcritud de sus imágenes y el control de las emociones de sus personajes.

Lydia Tár (Cate Blanchett) es una exitosa directora musical quien está a cargo de la principal Orquesta Filarmónica de Berlín, y está a punto de estrenar una importante sinfonía en vivo. Entre la docencia, las presiones por conflictos pasados con una exbecaria, y su vida amorosa junto a su esposa Sharon (Nina Hoss), concertista que trabaja junto a ella, y Petra (Mila Bogojevic), su hija adoptiva, Lydia debe luchar contra su genialidad y los fantasmas del pasado.

Tras su visionado, podemos perfectamente creer haber visto la biografía de una música de nuestros tiempos. Y es que el detallado trabajo narrativo de Field nos sumerge en una historia llena de vida, capaz de abordar un sinnúmero de capas de un personaje lo suficientemente especial como para retratar su historia con tanta pasión.

Autodenominada la “dueña del tiempo” por su expertiz musical, Lydia debe enfrentar el duro proceso creativo de una obra cúlmine de su trabajo, mientras sobrelleva el bullying de su hija, el reemplazo de su asistente, la audición de una nueva violoncelista, un grave asunto legal que pone en riesgo su estatus, y el deterioro de su relación con su esposa. Field, como una pieza musical, construye su película con los compases de una mujer que vive a su ritmo, entre la frialdad de grandes salones, la soledad de su estudio de creación y la confrontación con sus pares y colegas, cuya fortaleza y seguridad se van viendo resquebrajadas, y la genialidad da paso a la incertidumbre, un desajuste emocional que es incapaz de sobrellevar.

La competitividad profesional, el abuso de poder, los prejuicios, la cultura de la cancelación y, principalmente, la ambición, son tópicos que Field aborda con absoluta certeza, planteando discusiones por sobre absolutos, permitiéndonos juzgar sin persuadirnos hacia la empatía con la egocéntrica Lydia y el resto de otros misteriosos personajes. La increíble escena de Lydia confrontando los principios éticos de uno de sus estudiantes define el pulso de las intenciones de un director que nos abruma con la naturalidad de su relato, a través de una dirección impoluta en términos visuales, entre largos planos que dibujan la frialdad del entorno en el que Lydia convive, y una fotografía sobrecogedora a cargo del alemán Florian Hoffmeister, nominado al Oscar por este trabajo.

Y si aún no hago mención de su protagonista es porque Cate Blanchett merece un párrafo especial. La actriz australiana de 53 años nos regala una de sus interpretaciones más sólidas de su carrera, y eso es mucho decir tras ‘Carol’ (2016) y ’I’m Not There’ (2008), por citar un par. Blanchett convierte a Lydia Tár en una mujer capaz de mostrarse ante la vida como un ser preparado para todo, sin embargo, imperfecta, llena de miedos, de obsesiones que ocultan envidia y hambre de poder, de convicciones que se sostienen en el borde de un abismo cuando su posición es trastocada, que va dejando heridas y sangre mientras toma decisiones y enfrenta contradicciones; Blanchett se mueve frente a la cámara como Gustav Mahler agitaba la batuta en su Quinta Sinfonía, transportando cada emoción de cada nota y armonía, en una tesitura interpretativa digna de una las mejores actrices de su generación.

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