2.5/5

EE.UU., 2022, 100 min.
Título original: Lightyear.
Dirección: Angus MacLane.
Guion: Jason Headley, Angus MacLane. Historia: Angus MacLane, Matthew Aldrich, Jason Headley.
Voces: Chris Evans, Keke Palmer, Taika Waititi, Peter Sohn, Angus MacLane, Efren Ramírez, James Brolin.

Una de las cintas de animación más esperadas del presente año era lo nuevo de Disney Pixar. Nada menos que ‘Lightyear’, la película sobre uno de los juguetes favoritos de Andy, el niño protagonista de la franquicia ‘Toy Story’. A cargo de la cinta está Angus MacLane, codirector de ‘Buscando a Dory’ (2016) y parte del equipo frecuente de la casa de animación norteamericana.

Un relato-marco al inicio del metraje nos presenta la cinta como “la película favorita de Andy”, razón que terminó por convertir a Buzz Lightyear en uno de sus juguetes preferidos. Esto nos pone en una especial perspectiva para lo que estamos a punto de presenciar, recurriendo fácilmente al corazón del dueño de ese particular grupo de animales de plástico y personajes que tanto amaba.

Buzz es un Guardián Espacial del Comando Estelar que, junto a su compañera Alisha, quedan varados en un nuevo planeta, donde instalan una colonia y centro de reparaciones, con la esperanza de recuperar su nave y volver a casa. Un año después y tras una serie de intentos donde Buzz realiza pequeños viajes de prueba, va comprobando que esto provoca saltos en el tiempo, viendo como en cada uno de sus regresos, la colonia y su compañera se vuelven cada vez más viejos. Sintiéndose responsable, Buzz se une a Sox, un gato robot, y a un improvisado equipo para restaurar el orden, recuperar su nave y cumplir con su misión asignada.

Este no es solo un spin-off de la saga más exitosa de Pixar, sino también la primera cinta de la marca que aborda la temática espacial de manera central, por lo que resultan un deleite de principio a fin los diversos logros visuales que ofrece, el diseño artístico de las naves, planetas y navegación por el cosmos, en una aventura espacial que aborda además la dilatación del tiempo y la hipervelocidad en términos físicos de manera muy fácil de comprender, como otro hecho sin precedentes dentro de la compañía.

Con la reconocida estética utilizada en la marca Toy Story, ‘Lightyear’ sabe llegar, a ratos, al corazón con momentos épicos y los tradicionales -aunque sucintos- cuestionamientos morales, con un personaje principal que juega a ganador tras haber protagonizado previamente cuatro exitosas películas y haberse ganado un lugar dentro de los juguetes más queribles. Mientras, Michael Giacchino vuelve a jugar un rol fundamental con una banda sonora de lujo que llena cada secuencia de acción y emoción.

Pero Pixar se ha puesto a lo largo de los años su vara muy alta. Y lejos de relatos llenos de emoción sincera (‘Up’, ‘Brave’), profundas moralejas humanas y transpersonales (‘Wall-E’, ‘Inside Out’) e historias que logran trascender mucho más allá de sus imágenes (‘Coco’, ‘Soul’); ‘Lightyear’ opta por un entretenimiento irreflexivo con un guion que no se esfuerza demasiado en darle mayor perfil a sus personajes, que tiende constantemente a la previsibilidad y que, definitivamente, falla en darle una historia de origen sólida a Buzz y el valor de su existencia. Y salvo Sox, el gato robot/partner de escenas, la comedia absurda y los gags para mentes rápidas también escasean fuertemente.

“Vivir la vida” o “ser buena persona” no es mensaje suficiente para una compañía acostumbrada a regalarnos verdaderas obras dignas de análisis narrativos; el enfrentamiento con la muerte y la obsesión como objeto de frustración apenas alcanzan para darle forma a la historia y no ofrece un real paradigma sobre el cual este construida la película, para poder someternos al dolor o la alegría que podrían provocarnos las imágenes o sus personajes.

‘Lightyear’ podrá satisfacer paladares con su excelente desarrollo técnico y la nostalgia de volver a ver en pantalla a Buzz, ahora en su versión “humana”, además de agradecerle la inclusión de contenido LGBTI (que de polémica no tiene nada), pero se queda muy lejos del infinito éxito, en un inmerecido largometraje sobre un buen tipo que, de seguro, tiene mejores aventuras para contar.

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