4/5

EE.UU., 2016, 102 min.
Título original: Hell or High Water.
Dirección: David Mackenzie.
Guion: Taylor Sheridan.
Elenco: Jeff Bridges, Chris Pine, Ben Foster, Gil Birmingham, Katy Mixon, Dale Dickey, Kevin Rankin, Melanie Papalia, Lora Martinez, Amber Midthunder.

Uno de los títulos más interesantes de la presente temporada es ‘Hell or High Water’, también conocida como ‘Nada que Perder’ o ‘Comanchería’ en algunos países. Sin mucha bulla, se metió entre las principales candidatas para quedarse con el Oscar a Mejor Película, con un dramático western moderno interpretado de manera magistral y una particular visión del Condado de Texas y sus desesperanzadores pueblos.

Dirigida por David Mackenzie (‘Perfect Sense’, ‘Starred Up’), la cinta sigue a dos hermanos, Toby (Chris Pine) y Tanner Howard (Ben Foster), el primero un padre divorciado, el segundo un ex presidiario recién salido de la cárcel. Juntos, comienzan a realizar una serie de robos a sucursales de bancos en los pueblos al Oeste de Texas y Oklahoma, para conseguir el dinero necesario para rescatar la granja familiar y lograr dar un paso en sus postergadas vidas. Marcus (Jeff Bridges), el viejo policía, va tras sus pasos.

Si bien su argumento no es el más original, ‘Hell Or High Water’ es capaz de desmarcarse del género al que se le intenta encasillar, deteniéndose en el drama que recorre a cada uno de sus personajes puestos en pantalla, en una historia que habla de redención, objetivos y segundas oportunidades. Ese cine que consolidara John Ford, Howard Hawks y William Wellman, y que revitalizaron los Hermanos Coen con No Country for Old Men’ el año 2007, vuelve a tomar un nuevo camino de la mano de Mackenzie, director acostumbrado a ponernos entre la espada y la pared con sus películas, haciéndonos cuestionar lo correcto, lo indebido, lo justificablemente impropio.

Una mesera abarrotada con deudas está dispuesta a ir contra la ley con tal de poner a su familia en primer lugar; un abogado con un pasado familiar que lo hace resentir de los poderosos, está dispuesto a ir contra la marea para que no paguen justos por pecadores; una mujer de avanzada edad que atiende en un restaurant al paso, está aburrida de su trabajo, y así se lo hace ver a cualquiera que intente hacer un pedido de menú. Y están los protagonistas: A Toby lo dejó su mujer y sus hijos, Tanner necesita recomponer su vida y devolverle a su fallecida madre algo de lo que él jamás fue capaz de entregar, y Marcus (Jeff Bridges), al borde del retiro, esta dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias para dar caza a ambos, y darle un cierre a una historia de vida llena de soledad y sinsabores. Todos retratos humanos, que se caen a pedazos.

Eso es ‘Nada que Perder’. El universo que se nos plantea es sórdido, agotado, en un desierto que poco tiene que ofrecerle a sus habitantes, donde la vida, anacrónica, se consume entre el sol, el tedio y la rutina, Aquí surge Toby, Tanner y Marcus, tres personas golpeadas por el ritmo del dolor de malas decisiones, de sufrimientos inexorables, de la desesperación por buscar un lugar mejor. Y Mackenzie lo hace con una sutileza capaz de desbordar el thriller y la acción que, a ratos, condimenta a la historia. Porque el corazón de la película es todo lo demás, es la angustia que rodea al trío protagonista y todos sus magistrales secundarios.

El trabajo de Chris Pine sorprende, quien nos tenía acostumbrados últimamente a roles palomiteros como ‘Star Trek’ (2009), ‘Horrible Bosses 2’ (2014) y ‘The Finest Hours’ (2016); es el personaje más mesurado entre tanto desaliño, capaz de hacernos empatizar y ver su actuar con otros ojos. Ben Foster (‘Inferno’), como antítesis, realiza uno de sus mejores papeles a la fecha, y Jeff Bridges (‘The Big Lebowski’), algo acostumbrado a secundarios claves, vuelve a dejarlo todo, quizás en el personaje más complejo de toda la cinta: un policía entregado, decepcionado de la justicia y con hambre de gloria, nominado al Oscar por este rol. Un guion polvoriento y perfecto, diálogos conmovedores y una banda sonora que funciona tan bien incluso ante su ausencia le dan forma a uno de los mejores títulos del año.

El rol de la banca y la administración de fondos y pagos habitacionales, los bancos como enemigos públicos de una sociedad consumida y maltrecha, y los golpes familiares, son abordados de manera cruda y muy bien entendida. ‘Nada que Perder’, convertido en una especie de neo western, habla de eso y, tal como lo mencionan en la cinta, de segundas oportunidades, pero no cualquier oportunidad sino la que se pueda heredar para su entorno, enmendando errores, encausando el camino, porque para Toby, Tanner y Marcus, todo está perdido, siendo ellos los únicos indicados para tomar el sendero de vuelta, para bien o para mal, y somos nosotros los que sabremos dónde está el límite, hasta donde estaríamos dispuestos a llegar, con la culpa (o la inocencia) de vivir al borde del abismo. 

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