4.5/5

EE.UU., 2016, 133 min.
Título original: Rogue One: A Star Wars Story.
Dirección: Gareth Edwards.
Guion: Chris Weitz, Tony Gilroy. Historia: John Knoll, Gary Whitta. Creación: George Lucas.
Elenco: Felicity Jones, Diego Luna, Ben Mendelsohn, Donnie Yen, Riz Ahmed, Jiang Wen, Mads Mikkelsen, Alan Tudyk, Forest Whitaker, Valene Kane, Guy Henry.

Después de lo que significó ese mal sabor de boca que dejó hace exactamente un año atrás (excepto para el club de fans más acérrimos) el Episodio VII, ‘Star Wars: The Force Awakens’, quedaba la sensación de una fórmula agotada y vencida desde sus bases. La insólita –e injusta- copia que J. J. Abrams realizó de una cinta emblemática para la ciencia ficción espacial como ‘Star Wars: A New Hope’ (1977) nos hacía perder la fe por una nueva trilogía que estuviese a la altura y el mejor rescate de esta odisea interplanetaria. Pero hoy llegó Gareth Edwards y, con él, una nueva esperanza para la franquicia con ‘Rogue One: a Star Wars Story’. Y es que si bien ‘The Force Awakens’ significó un triunfo para Disney en los números, en términos narrativos sólo dejó satisfecho a la mitad, por lo que este anunciado spin-off tenía a todos doblemente atentos.

El director Gareth Edwards contaba a su haber tan sólo con dos largometrajes, una obra maestra de la ciencia ficción independiente como ‘Monsters’ (2010), y el remake Godzilla’ (2014), un éxito total de taquilla. Sin embargo, su cercanía con los apartados técnicos, desde la fotografía hasta los efectos visuales, auguraban un buen resultado. Junto a él, Tony Gilroy y Chris Weitz, dos probados guionistas nominados al Oscar, elevaban aún mas las expectativas.

Rogue One’ se sitúa exactamente entre los episodios III y IV de la saga, justo cuando el Imperio Galáctico acaba de terminar de construir su arma más poderosa: la Estrella de la Muerte. Pero un grupo de rebeldes, encabezados por el Capitán Cassian Andor (Diego Luna) y Jyn Erso (Felicity Jones), hija de uno de los ingenieros encargados de construir el arma, intentarán cumplir una misión de alto riesgo: robar los planos de esta estación para acabar con los planes de las fuerzas del mal que dominan la galaxia.

La ausencia de los ya míticos títulos introductorios de la marca Star Wars al inicio de la cinta nos anuncia que lo que estamos por ver se desmarca de la triple trilogía, con la que sólo comparte el Universo. Tras un comienzo descriptivo, de lento pero necesario andar, conocemos a los nuevos personajes principales, y entendemos que ‘Rogue One’ no viene a entretenernos gratis, no viene a insertarnos villanos con problemas familiares, melodramas baratos ni extraños animales que hablan; sino que a sumergirnos en 120 minutos del lado más oscuro de la galaxia, ese que siempre estuvo pero del que nunca nadie nos quiso dar mucho detalle: Bases rebeldes, terroristas subversivos anti imperiales, traiciones en los mandos medios, guerreros ciegos, asesinos a sueldo, un veterano de la Guerra de los Clones, enfrentamientos a plena luz del día y a la orilla del mar, sacrificios, y sesenta minutos de una de las batallas más impresionantes y numerosas de las que la franquicia pueda recordar desde la Guerra de los Clones. Una cinta bélica con todas sus letras.

Y es que la comparación es inevitable por ser las dos cintas que vienen a renacer la marca después de una década. ‘Rogue One’ nos regala todo lo que el Episodio VII no supo aprovechar: con escasos minutos de presentación, tenemos personajes tridimensionales definidos y muy lejos de las caricaturas, batallas impresionantes con un cuidadísimo diseño de arte y producción, y diálogos trascendentales para comprender el levantamiento de la Alianza Rebelde contra el Imperio sin ser completamente política ni teniendo la necesidad de ahondar en tecnicismos de la dictadura reinante. Aquí no hay momentos forzados ni gags inservibles, y no hay sentimientos donde no debiesen existir. Gareth Edwards entiende que su misión es desarrollar una historia y tomarla en serio, a partir de los cimientos de esta fábula y, con ello, viene su libertad para la creación –junto a su equipo- de escenarios completamente nuevos y personajes que se desenvuelvan en contextos poco explorados. Sin ser un guion perfecto y a pesar de que echa mano (aunque escasamente) a tópicos algo predecibles, ‘Rogue One’ es capaz de posicionarse en el Top 3 de las cintas del mundo Star Wars, por su cuidada estética, su intenso relato y una dirección que sabe otorgar valor en la medida que la historia lo va requiriendo.

El trabajo actoral no sorprende pero tampoco decepciona. Tanto Diego Luna (‘Y tu Mamá También’) como Felicity Jones (‘The Theory of Everything’) son capaces de cargar con la historia de manera correcta, con personajes mucho más humanos, imperfectos y lejos del heroísmo estoico de Finn y Rey (‘The Force Awakens’). La digitalización del fallecido Peter Cushing como el Gobernador Imperial Moff Tarkin, los poco invasivos cameos de ciertos históricos de la saga y la omnipresencia del todopoderoso enemigo suman a favor de una narrativa que no da respiro ni concesiones. Los trabajos secundarios de Mads Mikkelsen (‘Doctor Strange’), Forest Whitaker (‘Panic Room’), Donnie Yen (‘Ip Man’), Riz Ahmed (‘The Night Of’) y Wen Jiang (‘Warriors of Heaven and Earth’) le otorgan frescura a la historia con roles muy bien desarrollados aunque poco complejos.

Otro acierto de la cinta es, sin duda, su banda sonora. Por primera vez, John Williams cede su puesto para dejar todo en manos del ganador del Oscar Michael Giacchino (‘Ratatouille’, ‘Up’), el que arriesga con variaciones de clásicos de la franquicia, alejándose a ratos de la constante marcha para dar paso a ambientaciones sutiles, que imprimen la acción, la tensión o la esperanza de forma casi conmovedora.

Duele decirlo, pero ‘Rogue One’ es capaz con tan sólo segundos y un par de escenas memorables, superar trabajos completos tan carentes de pasión e inventiva como ‘La Amenaza Fantasma’ (1999) o la propia ‘El Despertar de la Fuerza’ (2015), pensadas más para el fan service o la diversión facilista en una sala de cine. Sólo por ver la danza de un centenar de Cazas Estelares dejarse caer sobre una flota rebelde de X-Wings, o el terror en los ojos de una decena de combatientes atrapados cara a cara con el mismísimo diablo, hacen que su visionado valga por completo la pena.

Gareth Edwards es capaz de imprimir su propio sello y desmarcarse, regalándonos una película que de seguro podría mejorar, pero que nos re encanta con la franquicia, precisamente justo cuando George Lucas suelta el timón de la producción por primera vez en cuatro décadas.

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