- Por Wladimyr Valdivia W.
- 03/10/2016

India, 2016, 133 min.
Título original: Raman Raghav 2.0.
Dirección: Anurag Kashyap.
Guion: Vasan Bala, Anurag Kashyap.
Elenco: Nawazuddin Siddique, Vicky Kaushal, Sobhita Dhuliwala, Anuschka Sawhney, Mukesh Chhabra, Vipin Sharma, Rajesh Jais, Harssh Singh.
Ovacionada en el último festival de Cannes y en Sitges 2016, ‘Raman Raghav 2.0’ (‘Psycho Raman’ en Latinoamérica) es la última película del destacado director indio Anurag Kashyap (‘Black Friday’, ‘Gangs of Wasseypur’), quizás el realizador más importante de la última década de dicho país, que ahora presenta un thriller ecléctico basado en los crímenes de Raman Raghav, asesino en serie que en los años ’60 dio muerte a sangre fría a más de veinte personas en Mumbai.
Dividido en seis capítulos, ‘Raman Raghav 2.0’ cuenta la historia de Ramanna (Nawazuddin Siddiqui), un tipo desequilibrado mentalmente que comienza a sembrar el terror en la capital de la India asesinando gente a golpes y martillazos, emulando a un famoso asesino de hace 50 años atrás. Por otra parte, Raghavan (Vicky Kaushal) es un policía poco ortodoxo que se hace cargo de la investigación, siguiéndole los pasos a Ramanna.
La cinta nos plantea un interesante juego desde un comienzo: el propio Ramanna se entrega a la policía tras uno de sus crímenes, contando todo su accionar con lujo y detalle. La policía, escéptica ante esta anómala situación, dudan de su confesión y lo dejan en libertad. Todo es parte de la inteligente estrategia de Ramanna, alguien que comprende cómo funciona la justicia y cómo opera el poder policial en una población azotada muchas veces por la violencia, la pobreza y la desigualdad.
De aquí en más nos adentramos en un puzzle de pistas policiales y horrendos crímenes, pero incorporando a un nuevo protagonista principal, Raghavan, el policía, atrapado en la droga, la violencia familiar y el abuso de poder. Aquí recae el primer gran atractivo de la película: la posibilidad de seguir a dos elementos opuestos en sus roles dentro de la sociedad, pero con más similitudes de las que nos podríamos llegar a imaginar. Todo esto llevado con un tacto cinematográfico muy cuidadoso, envolviendo a la historia de un aire de violencia y crudeza que no apela a la descripción gráfica (al punto que la cámara siempre esconde la tortura explícita en pantalla), sino a la tensión y la espera de ver el siguiente paso, tanto de Ramanna como de Raghavan.

Este paralelismo no es casualidad: entre ambos nace una obsesión por el otro; el policía cree estar por sobre la ley, mientras que el psicópata concibe el derecho a vivir algo destinado sólo para algunos. Y es cuando sus vidas se cruzan el momento en que la cinta define su mensaje y nos muestra el lado más oscuro de la sociedad, en una escalada criminal sin límites pero que cuida sus recursos al retratarlo en pantalla, volviéndolo un filme si bien crudo e intenso, alejado del gore gratuito, muy bien filmado y fotografiado, pensado también como un trabajo comercial de exportación para la mayor cantidad de paladares.
El trabajo del dúo principal es sobresaliente, con personajes que arrastran una carga emotiva espesa, interpretados con perfección y extrema naturalidad por Nawazuddin Siddiqui (‘Badlapur’, ‘Lion’), un psycho killer que nos recuerda a Anton Chigurh en ‘No Country For Old Men’ (2007) por su inteligencia y templanza a la hora de operar; y Vicky Kaushal (‘Bombay Velvet’, ‘Masaan’), un policía drogadicto, violento, con una relación enfermiza de amor y odio con su pareja. Ambos nos hacen partícipes y cómplices de cada uno de ellos en ciertos pasajes de la cinta, para luego ponernos en su contra, traspasándonos esta dualidad al espectador. La banda sonora de Ram Sampath, mezclando la urbanidad del tecno pop con membranófonos y ritmos propios de la cultura india, le otorga una textura elegante y suburbial, que nos mantiene cerca del Bollywood clásico.
El filme se queda corto a la hora de transmitir el drama a partir de las muertes y su impacto social, poniendo el énfasis en la estética y su estilo visual (esto último casi una marca del director, el que ha sido comparado incluso con Tarantino), sin embargo, resulta un thriller impactante con un final sorprendente que es capaz de hacernos olvidar cualquier vacío argumental o subtrama poco definida, dejándonos el sabor de una historia interesante, bien contada aunque mejor ejecutada.


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